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oldabón



Término al que se le denominaba toscamente para designar a una “aldaba” de grandes proporciones, que era una barra de metal o madera que se utilizaba para asegurar desde dentro una puerta grande después de cerrarla.

En la Alcarria también se oía este término para designar a una pieza de hierro fijada en la pared para atar en ella una caballería.

Formalmente se denomina “aldaba”, a la pieza de metal, generalmente de hierro o bronce, que se fijaba a una puerta para llamar dando golpes con ella como picaporte.



También se denominaba “aldabillas” las baldas pequeñas de una alacena, o a determinadas sujeciones para agarrarte, sujetarte o conseguir protección con ellas... e inclusive a los ganchos de sujección para asegurar una puerta o ventana por detrás.



Las primeras aldabas en la Edad Media fueron llamadores con forma de falo o martillitos suspendidos de las hojas de las puertas por la parte exterior. La forma más típica y bien antigua es la de argolla en las más antiguas de hierro generalmente unida a una cabeza de bronce. Se golpeaba con ellas sobre una cabeza de clavo bastante gorda. Servían además como tiradores y en las puertas de algunas iglesias eran un signo de asilo que se requería asiéndose de dicha anilla.



De tan antigua costumbre habla San Gregorio de Tours. Dicha cabeza era de león o de grifo o de quimera. De león eran, por ejemplo, las de los llamadores de la portada de la catedral de Puy-en-Vélay del siglo XI y otra del siglo XIII de la puerta occidental de la catedral de Noyón. Esta clase de llamadores se destinaron especialmente a las puertas de las iglesias sin duda porque así lo pedía la tradición del derecho de asilo.



La forma de martillo se usó más en las casas particulares. Los más antiguos eran sencillísimos y estaban adornados con grabados a buril. Del siglo XV, existen muchos ejemplares de hierro forjado entre los cuales los hay preciosos delicadamente forjados y cincelados y con escudo pintado de los colores heráldicos correspondientes. Andando el tiempo, esas aldabas cayeron algo en desuso y sólo se conservaron para las puertas de las habitaciones rurales. Se sabe que en las puertas de los castillos hubo aldabas sin duda no adheridas más que a las hojas de las poternas sin puente levadizo o a las puertas de las murallas exteriores.

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