A esta hora es cuando habitualmente sopla el viento que alivia el calor de la jornada y permite esta labor. No era infrecuente el pasar la noche en la era pendientes del viento para concluir la trilla.
Se comenzaba a ablentar con el horquillo, realizando una primera selección que eliminaba la paja más larga. Después se pasaban a utilizar las palas. Las palas están realizadas completamente en madera y tanto el mango como la cuchara forman una sola pieza.
Mientras una persona ablenta, otra va apartando los granzones y la paja pesada con la escoba de abalear. Es esta una escoba de brezo que agrupa las cerdas en tres nudos, en el mismo plano, formando abanico.
Generalmente con esta operación el grano quedaba suficientemente limpio, aunque todavía podía perfeccionarse mediante las cribas y trigueros. Tanto las cribas, de diferentes tramas, como los trigueros solían emplearse más para las granzas que se habían ido apartando con la escoba.
Las cribas dejan pasar el grano, pero no la paja; el triguero sin embargo no deja pasar el grano, pero si el polvo.
Aventar, ablentar o "aulentar". Suponía por tanto separar el grano de la paja con el esfuerzo de toda la familia y la ayuda del viento.
Las eras estaban construidas de tal forma que el aire "entrase" bien a la hora de aventar. A esto ayudaban los pajares, construidos de forma que el aire viniese encañonado.
Con la horca se lanzaba hacia arriba la paja mezclada con el grano: el viento llevaba la paja unos metros, pero dejaba el grano.
Un rastro, puesto con el mango hacia arriba, señalaba -según el criterio del hombre de la casa- desde dónde la paja era sólo paja y dónde podía quedar algo de grano. Poco a poco iba viéndose más grano y el montón de la paja iba aumentando.
Al final había que utilizar pala en vez de horca. Por otro lado, el aire estaba lleno de las partículas más pequeñas de la paja: el tamo.
Si la tarde era de viento, se aventaba bien. El problema surgía cuando el viento estaba perezoso o cuando cambiaba con frecuencia de dirección. A veces había que dejarlo para el día siguiente. Para no tener que depender de "motor" tan caprichoso en algunas eras había máquinas aventadoras, movidas a mano...
una de esas aventadoras de hierro compró mi abuelo Alvaro José Alfaro natural de Budia y fué a recogerla con una caballería al pueblo cercano de Auñón que por aquel entonces en aquel pueblo había estación de tren, que venía diariamente desde Madrid por el Henares y luego subia por el Tajo, hasta que lo tragó el embalse de Entrepeñas y Buendia.
1 comentario:
En la zona de Hortezuela de ocen se utiliza elverbo albelar como sinónimo de ablentar
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